Los ciervos aparentan ser animales comunes de un estudio simple, pero la verdad es que muchas incógnitas giran alrededor de su biología y hasta la fecha continúan siendo parte de las investigaciones de científicos alrededor del mundo.
La migración de algunas especies ha captado la atención de múltiples investigadores, quienes tratan de encontrar las razones de los largos recorridos y las regiones que forman parte de la ruta. Algunos ejemplares son capturados en pleno recorrido para ser estudiados con el fin de comprender mejor sus comportamientos naturales. A estos se les coloca un collar de rastreo para conocer el camino que los conduce a su destino.
Esto se realiza con el fin de proteger sus rutas de viaje para que ninguna construcción humana pueda obstaculizar tales espectáculos de la naturaleza. Cercas, muros y construcciones han llegado a representar un problema en estas situaciones.
El número de especies es un tema en disputa; pues un porcentaje de investigaciones científicas afirman que hay entre 43 y 55 tipos de ciervo, mientras el otro porcentaje asegura que son más de 90. El número es muy distante porque ciertos investigadores cuentan como especies a miembros que para otros son subespecies; luego entonces, la lista se hace muy larga y confusa.
A los cuernos de ciervo y su “terciopelo” se les ha conferido propiedades terapéuticas para el tratamiento de diversas enfermedades.
Por otro lado, el alce irlandés o ciervo gigante (Megaloceros giganteus) también es tema de discusión científica en cuanto a su extinción por selección sexual. Los que apoyan esta teoría explican que la selección sexual puede aumentar o disminuir las probabilidades de que una especie se extinga. Se dice que las batallas entre machos y el acoso hacia las hembras, pudo provocar una fecundidad femenina muy baja que impidió la reproducción exitosa, lo que a la larga provocó su desaparición.
Los que no están a favor de esa explicación, sugieren que la caza humana contribuyó a su extinción o que los alces irlandeses estaban “mal adaptados” a su entorno natural, pues el tamaño excesivo de sus cornamentas limitaba sus movimientos en las regiones boscosas de su antiguo hogar. Por último, se mencionó también que los cambios en la vegetación pudo ocasionar fuertes cambios en su metabolismo de los cuales no pudieron adaptarse.
La caza deportiva, que ha sido analizada bajo diferentes puntos de vista, es una práctica poco comprendida para cierta parte de la población. Esta actividad se escuda bajo el argumento de que la sobrepoblación de especies puede afectar otro tipo de fauna e incluso, puede ocasionar tanta competencia entre los individuos que posiblemente lleguen a morir de hambre. Algunos grupos de investigación toman cartas en el asunto para atender esta problemática. Entre ellos está el Centro Nacional de Investigación de Vida Silvestre (NWRC), quien ha creado iniciativas para controlar sobrepoblación de ciervos en varias partes de Estados Unidos de América. Ellos no proponen la caza deportiva como una eficaz solución, sino que se centran en el desarrollo de métodos seguros y eficaces para reducir la fertilidad de los animales y así preservarlos íntegramente sin necesidad alguna de asesinarlos.
El mal suministro de productos derivados de los ciervos, puede ocasionar efectos adversos en el organismo.
Tocando el tema de la medicina, a los cuernos de ciervo y su “terciopelo” se les ha conferido propiedades terapéuticas para el tratamiento de diversas enfermedades y “males”. Esto, claro está, no tiene ninguna validez científica y ha sido rechazado por agencias de protección encargadas de supervisar alimentos, medicinas y productos biológicos que puedan atentar contra la salud humana.
El terciopelo de la cornamenta contiene hormonas de crecimiento que se producen por el cerebro e hígado del animal y algunos deportistas lo consumen para curar lesiones y aumentar su fuerza y resistencia muscular. Esto no ha sido aprobado por ligas nacionales de deportes de diversos países, haciendo de su uso un acto prohibido. El mal suministro puede ocasionar efectos adversos en el organismo, ya que altas dosis podrían afectar los tendones y el funcionamiento del metabolismo.
Después de observar numerosas cornamentas débiles y quebradizas, el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos realizó en 2005 un análisis para encontrar las causas. La hipótesis más acertada fue la de la falta de manganeso y no de calcio como comúnmente se piensa cuando se habla de huesos débiles. El manganeso actúa como un pegamento del calcio en los huesos; entonces, si este hace falta, se presenta la debilidad ósea. Se dice que esto se debió a un cambio en la química de la vegetación que produjo bajas cantidades de este mineral.