Interesantes datos envuelven la historia evolutiva de los ciervos. Ancestros artiodáctilos y rumiantes dieron paso al desarrollo de increíbles especies de cérvidos, muchas de las cuales extendieron su linaje a tiempos actuales.
Los restos fósiles encontrados que datan de hace aproximadamente 20 millones de años, mostraron que las criaturas unguladas tenían pequeños crecimientos parecidos a apéndices, usadas para embestir al enemigo durante las batallas. Con el tiempo, esas cornamentas fueron diversificándose, tomando formas únicas para algunos de los diferentes grupos de ungulados. Con los procesos evolutivos, fueron adaptándose aún mas hasta obtener los resultados que observamos hoy en día.
Los mamíferos están relacionados por un ancestro en común parecido a un reptil (terápsido). Los ciervos por su parte, tienen en común a un ancestro parecido a un cerdo que apareció hace aproximadamente 30 millones de años, siendo parte del orden de los mamíferos denominados artiodáctilos, de los cuales se conservan varios descendientes hasta nuestros días.
Los fósiles más antiguos que se tienen de los artiodáctilos datan de hace unos 55 millones de años.
Los artiodáctilos (de quienes se estiman unos 220 tipos) incluyen a los camellos, antílopes, cabras, y por supuesto, a los ciervos, entre otros animales. En contraste con ellos, los perisodáctilos (orden Perissodactyla) son mamíferos con un número impar de dedos terminados en pezuña como los caballos, cebras, rinocerontes, entre otros. Ambos pertenecen a los seres ungulados, o bien, animales con pezuñas, los cuales llevan una alimentación herbívora y poseen dientes adaptados para masticar vegetación.
Artiodáctilos rumiantes con apéndices craneales aparecieron en el Mioceno temprano, naciendo así, el infraorden Pecora, que son parte de la clasificación de los ciervos.
Los fósiles más antiguos que se tienen de los artiodáctilos datan del Eoceno temprano, es decir, de hace unos 55 millones de años. No se tienen datos claros sobre su procedencia original, aunque se sabe que abarcaron territorios que hoy comprenden Europa, Asia y América del norte. Algunas de las criaturas fueron clasificadas dentro de la familia Dichobunidae, cuyos miembros mejor preservados pertenecen a Diacodexis, unos pequeños mamíferos del tamaño de una liebre, con cola larga y patas larguiruchas, siendo las traseras más largas que las delanteras.
El suborden Ruminantia también se relaciona con la historia evolutiva de los ciervos, pues reúne a quienes tienen una forma característica de digestión dentro de un estómago de cuatro cámaras. Los artiodáctilos no eran muy numerosos como los perisodáctilos y no formaban parte de los seres dominantes, por lo que fueron segregados a hábitats con comida poco nutritiva, razón por la que probablemente desarrollaron sus complejos sistemas digestivos.
Lo anterior fue una desventaja temporal para ellos, pero tiempo después durante el Eoceno y el Mioceno, con la aparición de una nueva vegetación más dura, fueron los artiodáctilos los mejor preparados y aptamente desarrollados. Ampelomeryx, Tauromeryx y Triceromeryx son ejemplos de artiodáctilos extintos que se desarrollaron durante el Mioceno.
Cabe aclarar que algunos artiodáctilos no son rumiantes sino pseudorumiantes como los hipopótamos y camellos. Se conocen 150 especies de rumiantes, incluidas las especies domesticadas y salvajes.
Según las investigaciones, los ciervos se limitaron al territorio de Eurasia hace millones de años para tiempo más tarde ocupar Norteamérica. En la actualidad han sido introducidos en varias partes del mundo, ocasionando en ciertas regiones, desequilibrios ecológicos que afectan la vida silvestre local.